En una alianza entre el Ministerio de Educación de Colombia, GEB y TGI, logramos en 2019 que niños de zonas rurales de seis colegios recibieran una pedagogía de calidad con herramientas interactivas como parte del programa Energía para Aprender.
Jesús Alberto Cuadiyó, de noveno grado, sumerge su cabeza en una careta que solo le deja al descubierto el pelo. A sus 14 años nunca ha salido de su natal municipio de Hatonuevo (La Guajira), pero con esta tecnología se transporta del salón de clases a la terraza de un alto edificio en Bogotá.
Camina unos pasos y frena por el vértigo del mundo que se abre debajo de sus pies. A los cinco segundos, su nueva parada es en una de las pirámides de Egipto, y al voltear casi siente rozar a un grupo de turistas. No sueña ni alucina: la magia es posible gracias a unas gafas de realidad virtual.
Aún abrumado y emocionado, resume sus sensaciones: “Esta aula me enseña muchas cosas, como informática, arte y a ser más creativo con las materias”. Ahora asistir a clases en la Institución Etnoeducativa Rural Guamachito es un viaje a un mundo sin fronteras. Y no solo por esta experiencia, sino por el abanico de opciones: desde mesas interactivas y tabletas hasta video beams y sistemas de sonido integrados. El aula cuenta con un sistema energético alimentado por paneles solares que permite tener independencia energética y una autonomía de 24 horas para aprovechamiento del contenido.
Esta escuela es una de las seis construidas en 2019 en el desarrollo del programa Energía para Aprender, que nació como parte del portafolio de iniciativas de valor compartido del GEB, en alianza con el Ministerio de Educación Nacional y TGI. Las otras aulas interactivas están en las instituciones Silvestre Francisco Dangond Daza (Villanueva, La Guajira), Rodolfo Castro Castro (dos sedes en Valledupar, llamadas Juan de Atuesta y Santa Rosa), Benito Ramos (El Paso, Cesar) y Alto Cauca (Marsella, Risaralda).
Argelia Ipwana, docente de Arte y Cultura en wayunaiki (idioma de los wayuu) en Guamachito, valora la innovación: “Con las salas de informática tenemos una herramienta ideal para los estudiantes. En mi área uso videos para mostrar el origen wayuu, cuentos, leyendas y temas lúdicos que son tan necesarios. Agradezco a quienes apoyan a nuestras comunidades indígenas”.
El proyecto Educación Solar Interactiva, con el que que esperamos llegar a sedes educativas de 11 departamentos de Colombia en 2020, reconoce a la educación como detonador del desarrollo individual, familiar y colectivo (combate la pobreza y la desigualdad). Así que favorece la inclusión social de las comunidades del GEB y TGI, compañías que con su atributo cultural Conciencia Social promueven el progreso de las comunidades con sus proyectos.