Crónicas de ProgresoSeguridad a toda prueba

Seguridad a toda prueba

La construcción de la subestación La Loma 500 kilovoltios, la primera de esa potencia que construimos, es un orgullo para nuestra Compañía porque durante su diseño y montaje no se presentaron accidentes laborales.
  • Dos operarios chocan sus puños en medio de la infraestructura de la operación al aire libre.

    Subestación La Loma en Cesar

  • Infraestructura de la operación de noche.

    Subestación La Loma en Cesar

  • Infraestructura de la operación de noche.

    Subestación La Loma en Cesar

Fue como un relámpago, un arco de luz que silbó como si se cerrara rápido una cremallera. Ese sonido, a las 5:00 de la madrugada, fue el aviso que durante nueve meses esperaron las cerca de 20 personas que estuvieron al frente de la construcción de la subestación La Loma 500 kilovoltios: la energización del complejo que mejora la confiabilidad del servicio en la región y articula de manera efectiva la transmisión de energía entre la costa atlántica y el interior de Colombia.

“En la obra no se presentó un solo accidente laboral, ni siquiera en el pico más alto de trabajadores, que fue de 200”, asegura Óscar Ricardo de Lavalle Peñaloza, profesional de Seguridad y Salud en el Trabajo que desde la etapa de construcción está en el complejo de transformadores, cables y torres asentado en 3,3 hectáreas de una planada, a pocos metros de la carretera que conecta al centro del país con la costa atlántica.

El logro de cero accidentes es aún más significativo por tratarse de la primera subestación de esa potencia que construye el Grupo Energía Bogotá, y que es clave para Colombia, pues además de sus funciones actuales, hasta allí, en el centro del Cesar, transportaremos la energía que producirán los siete parques eólicos que se construyen en La Guajira y llegará una línea del proyecto Sogamoso. Todo para que los colombianos cuenten con un servicio confiable.

200
colaboradores trabajaron 300.000 horas hombre durante las construcciones de La Loma 500 kilovoltios. El gran logro: no hubo ningún accidente laboral.

De Lavalle Peñaloza resalta que la no accidentalidad en La Loma es un hito, ya que no fue nada fácil que en la construcción de un proyecto de esta envergadura, por su novedad y su localización geográfica, no se hubiera registrado un solo evento en la seguridad de los trabajadores, y porque la obra fue entregada en los tiempos estimados.

“En la zona, el personal no está habituado a trabajar en este tipo de proyectos. Acá le dicen a uno ‘sé operar cargador’, ‘sé cargar carbón’ o ‘le voy a hacer 10 metros lineales de zanja’, pero no van a decir ‘le armo una torre de 34 metros de altura’. Esto hace que al inicio debas guiar muchísimo a los colaboradores en seguridad en el trabajo y llevar una supervisión estrecha: esto se hace así y así, si no te cuidas, te puede pasar algo y te debes ir para tu casa o para la clínica”, explica.

Esa falta de experticia específica hizo que desde GEB extremáramos las medidas de seguridad, a lo que se sumó el gran aporte del personal especializado en esta clase de proyectos, que llegó desde varios lugares del país y del mundo. En la construcción intervinieron trabajadores alemanes, indios, mexicanos, chinos, malayos y, por supuesto, colombianos.

Rafael Daza Guzmán, ingeniero de la Gerencia de Subestaciones, recuerda que en la construcción del proyecto había, por un lado, tareas críticas y, por el otro, experiencias novedosas. Por ejemplo, recuerda el izaje y montaje electromecánico de equipos que pesan hasta 70 toneladas y algunas obras civiles que demandaron esfuerzo, concentración, atención y compromiso de todos los participantes.

“Antes de emprender las tareas, nos reuníamos y revisábamos los manuales y los equipos; repasábamos las medidas de prevención, lo que podía pasar y todos los escenarios posibles, con sus medidas de precaución y atención, como lo exigen los protocolos de GEB”, relata Daza Guzmán.

El día en que la subestación La Loma 500 kilovoltios iba a empezar a recibir energía eléctrica, un grupo de colaboradores, entre los que estaban De Lavalle y Daza, se fue a descansar a las 3:00 de la mañana y retornó antes de las 5:00 para no perderse el comienzo de la energización.

La madrugada olía a éxito. El silencio del tibio y oscuro amanecer fue roto por el que produjo el paso inicial de energía por los conectores de los transformadores de la subestación a la línea, y luego por el murmullo de alegría, felicidad y conquista del grupo de trabajadores.

Esos son los mismos sonidos, con ese mismo hito de cero accidentes laborales, que quieren escuchar los colaboradores de GEB en abril de 2021, cuando esperamos que entre en operación la subestación La Loma 110 kilovoltios, que contribuirá a robustecer el sistema energético en el Cesar.